El Club Teleno de nuevo en los Alpes:
Como viene siendo habitual desde hace
mas de 12 años en el verano, el Club Teleno lleva a cabo su salida
al extranjero en busca de nuevas cimas, este año con un ambicioso
proyecto: coronar el Mont Blanc de nuevo, pero en esta ocasión, por
la técnica vertiente italiana a través de la mágica
Arista Innominata.
Los montañeros bañezanos Juan Carlos , Richard y Raúl volvían de nuevo al Macizo del Mont Blanc confiando en poder hacer cima si la meteorología lo permitía.
Los montañeros bañezanos Juan Carlos , Richard y Raúl volvían de nuevo al Macizo del Mont Blanc confiando en poder hacer cima si la meteorología lo permitía.
Nada más lejos de la realidad, después de la euforia inicial por las buenas previsiones climatológicas llegó el revés: 12 horas de viaje , la mochila a la espalda y en el mismísimo Courmayeur la noticia más inesperada:el único puente que cruza el arroyo glaciar en Val Veny ( punto de partida de la aproximación a la vía) ha sido arrastrado por una riada , no hay más puentes. No hay otros accesos . Imposible vadear un arroyo que se nutre de los principales Glaciares de la cara Sur del Mont Blanc. No hay Innominata posible.
Después de el estupor inicial toca
reponerse. Nuevo objetivo: Les Droites ( 4001 ms) por su cresta
Sur-este, una subida en mixto de roca y nieve que debería de estar
en aceptables condiciones en esta época del año.
Vuelta atrás a Chamonix y al día
siguiente la aproximación al refugio de Couvercle (2698 ms), siete
horas de aproximación por terrenos variopintos: bosque, glaciar, vía
ferrata y por fin el refugio enclavado en una pequeña isla de verde
entre glaciares y vertiginosas cimas.
El día siguiente se presentaba
complejo, las reseñas hablan de tres horas de aproximación para
bajar al Glaciar de Taléfre ( mediante una maroma por una vertical
pared de granito pulido) y encontrar la subida al corredor por el
que comenzaba la vía;no sería tarea fácil adivinar el paso entre
las múltiples grietas trasversales que marcaban profundamente la
superficie glaciar.
A las dos del mañana y con la luna y
los frontales como únicos aliados partía la cordada bañezana.
Tras cuatro horas zigzagueando y ganando altura entre grietas y
seracs llegan a una profunda e insalvable grieta a unos 3400 ms de
altura, toca dar vuelta para abajo buscando las huellas por el
laberinto de hielo; ya con la claridad del amanecer se orientan y
descubren el paso más hacia el Este; son las 8 de la mañana y
comienza la ascensión como tal, demasiado tarde pero......
Los primeros cientos de metros
discurren por un corredor cómodo con posibilidad de asegurar en la
roca adyacente, después la vía gira para ganar el espolón Sur-Este
mediante tramos de mixto hasta un punto donde la roca vertical
interrumpe la progresión y obliga buscar una travesía que gana la
una pala más abierta orientada al Este, son más de las 12 de la
mañana y la nieve comienza a ponerse impracticable, unos metros más
y hay que tomar una decisión: el altímetro marca 3870 ms a sólo
130 de la cima, de los mágicos 4000 metros, queda poco pero hay que
pensar en la bajada.
No hay discusión, no hay dudas: es
tarde y con el estado de la nieve destrepar lo escalado no es una
opción, habrá que rapelar ( y eso lleva tiempo) y después salir
pitando del glaciar. Tras deshacer la travesía de nuevo hacia el
espolón empiezan los rapeles a la una de la tarde. Tres horas y
pico más para la docena de rapeles que se precisan para pisar de
nuevo el glaciar, la ruta más sensata parece ser pegado a la orilla
Este del Glaciar para salir a la morrena rápidamente, tras un par de
perdidas y vueltas atrás a las seis de la tarde ya están en el
conocido como Jardín de Taléfre, una porción de tierra fértil
entre lenguas glaciares con una preciosa laguna de un intenso azul al
fondo y manadas de rebecos correteando libremente. Ahora toca perder
altura hacia el valle, cruzar el glaciar y remontar de nuevo la pared
por la maroma( uff). La morrena es un caos de piedras y caminar por
ella después de tantas horas se hace lento, los minutos pasan
rápidos y las distancias parecen no decrecer nunca, queda menos de
media hora para el ocaso y todavía en el valle sobre el glaciar;
apurando el paso: es imprescindible encontrar la maroma en la inmensa
pared ,una vez localizada no importa que la luz decrezca, de nuevo
hay que poner las frontales para subir el último escollo del día
esos metros verticales tirando de brazo por la gruesa soga.
Una vez en el sendero, camino del
refugio, sin temor a nuevas dificultades , una última mirada atrás
hacia el glaciar descubre una estampa única, la luz de la luna
arrancando destellos dorados de los pequeños pozos y charcos que
cubren la lengua glaciar como si fueran diminutos fuegos vacilantes.
Un magnífico colofón a una larguísima
jornada de montaña ( 20 horas !!) , un gran día para recordar a
pesar de no haber pisado la cumbre. Cèst la vie.