El pasado fin de semana muchos de nuestros socios aprovecharon la entrada de la primavera para hacer sus escapadas a la montaña. En esta ocasión nos ha llegado el testimonio de María José, una de nuestras compañeras que después de un lapso de tiempo debido a su maternidad, el pasado domingo se reencontró con las sensaciones montañeras que tanto nos gustan a todos nosotros. Aquí os dejamos una breve reseña de lo que fue este reencuentro.
La ruta elegida fue la
ascensión al Catoute en la sierra de Gistredo, una espina clavada después de un
intento fallido años atrás en el que la búsqueda de una ruta alternativa por
una batida de caza en el valle y la acumulación de nieve hizo prácticamente
imposible el avance y eso que luchamos abriendo huella durante mucho tiempo.
En esta ocasión el
panorama era totalmente diferente más típico de finales de agosto que de marzo.
Vimos un paisaje montañoso pero con menos colorido del habitual por estas fechas
y prácticamente seco, pero no nos desanimó a iniciar un rápido ascenso por la
senda marcada por la ruta que une Campos de Martín Moro con Salentinos (PR-45).
Mucho calor y poco aire hizo que durante todo el ascenso prácticamente acabásemos
con el agua que llevábamos para todo el día.
Por el camino más
montañeros que subían con paso lento pero constante hacia la cima del pico
Catoute 2.117mts. Nosotros avanzábamos deprisa para aprovechar la jornada
como un buen entrenamiento. Finalmente y sin apenas paradas llegamos a la
cumbre del Pico en algo menos de 2 horas y media donde aprovechamos para
reponer fuerzas a base de frutos secos y barritas energéticas, y disfrutar de
las impresionantes vistas que nos dejaba el día en las que se veía laderas algo
nevadas en la zona de las Ubiñas.
El ritmo de bajada fue
mucho más suave y aprovechamos para rodear el valle a través del cresterío que
nos llevaría hasta las lagunas de Robeza donde coincidimos con montañeros de La
Milla del Río. Las lagunas estaban muy bonitas aunque con poca agua, y desde allí
retomamos el camino de vuelta a Campos de Martín Moro.
Un total de casi seis
horas y pico de actividad y unos mil cien metros de desnivel positivo que nos
han dejado las piernas listas para nuevas escapadas.
Os animamos a que como
María José compartáis con todos nosotros vuestras experiencias en la montaña.