Son las 7.30 y salimos juntos 230
valientes y nerviosos corredores, 70 para la ultra, meditando sobre lo
adecuado de nuestra preparación, nos esperan 5.600 de desnivel positivo,
con una dificultad técnica alta y otros 160 corredores, ansiosos por
dominar el temible maratón, que acompaña integro a la Ultra.
Se da la salida y comenzamos en corta bajada seguida de una pista hormigonada en fuerte subida.
Saliendo
del pueblo senda de a uno, que asciende entre castaños, con algunos
charcos y cursos de agua que nos hacen disfrutar, aunque como siempre
los primeros Km se va demasiado deprisa, bajadas con pizarra humeda que
te escupen el pié como si fueran de hielo, me lo paso en grande entre
la batalla cerrada que llevan las tres primeras chicas de la corta,
quedo pasmado por lo bien que bajan en un terreno tan delicado. Hemos
superado previamente una ladera de roca espectacular, tiene unos 500
positivos, le llaman el tarro blanco, es todo un alucine por los
contrastes del colorido de las plantas y la roca, su exigencia es alta.
llegamos a un avituallamiento en una bonita aldea donde paro poco.
Seguimos en fuerte bajada, todo son bosques, a veces las raíces y los
cauces de agua ponen la sal y la pimienta, tenemos tramos inimaginables,
con musgos agarrados a las rocas, cuerdas de ayuda y hasta cuevas en
las que era necesario el uso de frontal, todos tenemos caídas, pasamos
por pozas, cascadas y todo en un ambiente de magia y exigencia física,
trepadas agarrándote de los arboles para avanzar y bajadas en las que
abrazamos sus troncos para frenar, donde el perfil se dibuja llano, no
paramos de subir y bajar.
Sobre el km 40 empezamos a soñar con alcanzar el avituallamiento de mitad de la ultra y fin de la maratón.
Descanso
merecido ganado a pulso, como algo de pasta, fruta y al combate, la
subida es terrorífica, son necesarias las manos y los pies, un desgaste
brutal, seguido de una senda recién desbrozada, donde los tropiezos son
inevitables, mucha concentración y paciencia hasta el refrigerio previo
al km vertical, paro un poco y subida de campeonato, tramos de cuatro
patas que te quitan la arrogancia, la velocidad de la tortuga es
velocidad de crucero y la paciencia la mejor virtud.
Llegamos a
un mirador espectacular, y seguimos subiendo con menos desnivel y
terreno seco, bajada larguísima y descarnada hasta por fin llegar otra
vez a las sendas técnicas, bosques, aldeas y rios, voy con la primera
chica que me pierde, va genial en todos los terrenos, me la encuentro en
el siguiente puesto y se queja de una caída que no le permite correr
bien, una pierna está tocada, sale delante pero tiene que flojar y la
pierdo, cruzando un río, me sale de entre los arboles un compañero
aliviado, y hacemos los últimos 20 km juntos. Le marco el ritmo y vamos
genial, el está muy fuerte, pero estaba un poco derrotado mentalmente y
me agrada su compañía, un Compostelano de 40 años que subió al podio de
su categoría, los últimos 5 km son inacabables, senda técnica en
cresteo descendente, aldea y camino de bosque, toda una aventura, ya
estoy en meta, ha sido todo un placer.
la chica lesionada
llega a meta llorando, los piés a mayores desechos, porque se le
rompieron las zapatillas y solo tenía unas de goretex, aun así ganó de
calle la carrera, también el año pasado, a pesar de su juventud, grande "
Vanessa Verdejo". Mi compañera de entrenos Camino Silva quedó 3ª de la
general femenina, 1ª de veteranas y 30 de la general absoluta haciendo
muchos kilómetros en absoluta soledad y corriendo por primera vez de
noche. La felicidad es total, el terminar algo tan duro siempre te hace
crecer.
JUAN CARLOS SANTIAGO DELGADO