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Crónica Fin de Semana por el Jerte y Arribes del Duero. Abril-2017

ENTRE RISAS, CASCADAS, POZAS, MIRADORES, CEREZOS Y BUENA GENTE. By Geli Blanco.

“El que hace reír a sus compañeros merece el paraíso”. Mahoma.


 Fotos“A las 6 de las mañana en punto, ya dormiréis en el autocar” dijo Miguel, y Miguel es toda una autoridad para osar a contradecir. Allí, con las meninges aún dormidas me reencontré con queridos compañeros de batallas y algún ferial de renombre. También estaban las grandes figuras del monte salvaje, aquellos que conforman el Club de Montaña Teleno y que se ponen a trepar por las peñas como si no hubiera un mañana. Amigos, conocidos, familias y parentescos varios dispuestos a disfrutar de un fin de semana que pintaba bonito y muy divertido, y por supuesto así aconteció.

Llegamos a la provincia de Cáceres de buena mañana, nuestro autobusero salvaba dificultades por las angostas calles de pueblos apostados en los balcones del Valle del Jerte. Un escenario singular repleto de cerezos blancos distribuidos en bancales o a lo largo y ancho del valle dispersos por la ladera. Primer mirador, conocido como el de la “memoria” por su conjunto escultórico realizado por el escultor F. Cedenilla y dedicado a los olvidados de la guerra civil. ¿Manto blanco? Pues no, más bien era gris, quizá la luz, la altitud, o quizás nuestros imaginarios mentales no se corresponden con la realidad, en cualquier caso, el valle dibujaba un encanto inmenso, parejo con el espacio profundo en cuyo fondo, el azul del río Jerte cobraba todo su esplendor. Al pie de los recordados, unos moteros muy majos retrataron el grupo que trabajo les costó agruparnos para el reportaje. Miguel (malagueño) compró un cerezo por 5 euros que no regateó, más tarde lo hicimos nuestro, ese pequeño arbolito despertó en algunos una intensa sensibilidad y decidimos apadrinarlo como si fuera un hijo; el proceso de cuidados que le dispensará el comprador, será notificado puntualmente junto con su evolución. Seguimos viaje hacia la primera cascada de las 1.500 que visitamos, o por lo menos esa fue mi percepción; toda una vida de miradores y cascadas. El tráfico y gentío sería el preludio de lo que nos esperaba más tarde. Nos cruzamos con el autobús amarillo del IMSERSO y todos reímos con mucho desparpajo, pero la risa va por barrios, porque dándole tiempo nos vimos todos en el autobús amarillo y en vez de colocar mochila colocaríamos los andadores; imaginé a Miguel organizando: los de los andadores para la litera de abajo y los diabéticos y del corazón para la de arriba, porque tal como está organizado el capital, no creo que los subsidios nos lleguen para ir a paradores. Pateamos hasta la sugerente cascada, fotos, posados y algún resbalón que te invita a la risa y conversación. De nuevo en el bus y tan pacientes como el Santo Job, conseguimos atravesar Cabezuela del valle en ferias y punto de partida para subir hacia la Garganta de los Infiernos, paisaje espectacular repleto de saltos de agua, arroyos, cascadas, piscinas naturales, pozas y el mundo, porque el mundo estaba allí. Un desfiladero de gentes y gentes que subíamos y bajábamos serpenteando piedras y seres humanos. Dispersos y libres como los pájaros, cada cual eligió un lugar para comer; Bety, Javi y yo encontramos una piedra muy aparente admirando el color turquesa de los saltos de agua que discurrían salvajes por la cuenca del río. Lo suyo hubiera sido la bota de vino, pero a falta de tinto nos hidratamos con cebada macerada y fresca disfrutando de un agradable descanso y conversación. Pero el descanso duro poco y la libertad menos, Juan Carlos y Miguel no estaban, pero estaba Carol quien se encargo de reunificar el grupo “descarriao” descendiendo el notable desnivel a golpe militar. Es curioso cómo el deseo de ser libres se convierte en quimera, compartiendo el pensamiento de mi admirado Erich Fromm, que desde aquí invito a leer, el miedo a la libertad supera la costumbre a la instrucción, la dependencia y la necesidad de pensarte miembro de un grupo, porque ese sentimiento de pertenencia es el instrumento de apoyo para superar casi todos los miedos. Uno de esos miedos es que te vea el culo algún desconocido, pero las necesidades fisiológicas apremiaban y decidimos quitar el cuidado en Cáceres y no en Salamanca, porque recordando a Gila, la excursión discurría por varias provincias y países, dado que el móvil de Jesús pitó y rezaba “Bienvenido a Portugal”. Pero esta necesidad no era tan fácil de cubrir, porque las casi 8.000 Ha de reserva natural estaban sembradas de humanos. Pili se encargó de encontrar un espacio privado y lleno de ortigas, pero que todas agradecimos porque dicen que son muy buenas para la circulación. Seguimos viaje por el puerto de Tornavacas y en la frontera entre Cáceres y Ávila otro mirador. El valle se vislumbraba hermoso bajo la luz tostada de la tarde con todo su esplendor, fotos, posados y para el autobús con rigor.

 FotosVisitamos Mongarraz, pueblo emblemático y bonito, una de las pocas juderías conversas al cristianismo donde el pintor Maillo, natural del mismo, inmortaliza a sus pobladores conocidos como los “serranos” en las fachadas de las casas que un día habitaron. Cruzamos La Alberca, pueblo mítico de la provincia y llegamos a Peña Francia, otro MIRADOR, este se escribe con mayúsculas pues nos encontrábamos a 1.727 m. de altitud abrigados por el Santuario de los dominicos (el clero siempre supo situarse). Para Juan Carlos eran novicias, en cualquier caso, un balcón privilegiado conocido como la montaña mágica, entre cortados, pinares, robledales y cabras montesas dueñas de estos riscos (para Miguel, navarrico, rebecos). Si pierdes la vista en el horizonte puedes ver el mar tras las tierras extremeñas, es lo que tiene la magia, si alguien vio a la Virgen Morena allí, porqué yo no puedo ver el mar. Nuestro autobusero con mucha pericia salvaba las curvas sinuosas del desnivel, hasta que una masa de humo lateral nos obligo a parar, el neumático sobrecalentado provocó un desfile de carreras hasta el caño escondido para enfriar la quema. La ilusión de dormir al raso con una hoguerina se nos fastidió por la eficiencia del personal, es lo que tiene viajar con gente tan preparada, que te corta el rollo aventurero.

Llegamos a Ciudad Rodrigo a horas tardías, ubicamos mochilas en el confortable albergue y a cenar a “La paloma” porque no había tiempo para lavarse y la limpieza deja de sobrevalorarse ante momentos críticos de cubrir necesidades básicas. Las viandas versaron entre croquetones, ensaladas, pimientos rellenos, plumas, bacalaos, cafés, vinos, orujos, postres varios y la profesionalidad de las camareras a un nivel de 12 sobre 10. Un lujazo de cena donde predominaron gratas conversaciones, risas, algarabía y todo aliñado con la mejor compañía. Tres turnos para concluir la velada: El primero le toco a Ana y Pili que llegaron al albergue cerrado y con llaves que no abrían, después de una larga espera localizaron al hijo del dueño que andaba regulando ph por los bares, y no tuvo más remedio que ir a atender el negocio. El segundo turno lo protagonizaron el grueso del comedor y el tercero correspondió a los que no teníamos prisa, porque la prisa nunca fue buena. Miguel (malagueño) nos llevó al “Guillermin” un lounge que se llamaba el “GillenBis” pero los malagueños hablan así; en cuanto entramos cobró prestigio el local. Allí celebramos el cumpleaños de Agustín porque la ronda estaba pagada. Bajo la noche estrellada paseamos una de las ciudades históricas más bonitas del lugar, y concluimos el paseo en la puerta que nos cerraron de una fiesta privada; la camarera se puso farruca y dijo “No es No” pero como “semos burros como araos” queríamos entrar “Si o Si”. Si haces un análisis de los hechos, concluyes que las prohibiciones provocan saltártelas aunque el interés sea nulo para hacerlo. Y con estas filosofías nos encaminamos a descansar los cuerpos, merecido y escaso descanso, pero reparador. Yo que acostumbro a dormir sola, compartir los sueños con 25 lo consideré una auténtica gozada, y además con concierto filarmónico y al compás.

A las 7 en punto de la mañana Miguel estaba dando palmas en nuestra alcoba. ¡Qué osadía! Quisimos ahogarlo pero nadie se atrevió, “pero si a estas horas no hay ninguna ruta puesta” le dijimos, pero nada, él a lo suyo. Desayunamos, recogimos petates y nos encaminamos hacia Masueco de la Ribera pasando por Vitigudino. El paraje sorprende por sus dehesas repletas de frondosas encinas, vaquerías y cerdos negros desayunando bellotas, un escenario sin igual que alguien lo denominó nuestro Serengueti particular. La vida siempre es circunstancial, he tenido la suerte y oportunidad de conocer el Serengueti, pero no había tenido la suerte y oportunidad de ver este entorno que nada tiene que envidiar a la sabana africana. A falta de leones, impalas o rinocerontes, las dehesas salmantinas cubren con creces estas carencias; y si a esto le sumas la mañana amenizada por Violeta, pues todo maravilloso. Violeta debió de desayunar unas floritas de algo porque no paraba de cantar y recordar a Jesucristo Superstar, y Gustavo también hizo lo suyo con Mari Trini. Y entre cantos y prehistorias, comenzamos la ruta en Masueco hacia el Pozo de los Humos y a través de la senda de Unamuno, esta sirvió para que Julio, fotógrafo incansable y versado en estos temas, nos ilustrara con anécdotas del poeta, enamorado de la Sierra de Gredos y posiblemente también de estos parajes que caminamos hasta llegar al salto de agua vertiginoso, precipitándose salvaje hacia el vacio profundo. Una caída espectacular y hermosa que algunas tenemos que mirar de soslayo, porque tanta belleza marea. Marcos me dio las pautas para la terapia de choque y escuché a Juan Carlos: “Habrá que bajar al pozo” como soy una inconsciente fui detrás de él como una corderina. A Juan Carlos le profeso absoluta veneración, es como mi Tótem, una vez me salvo de la muerte en los Fontanes, y eso queda grabado en el cuerpo y en el alma. El pozo frondoso y profundo prometía muerte, la canal vertical y resbaladiza y los buitres acechando en lo alto animaban el descenso, pero ya era tarde para arrepentimientos. Juan Carlos me dio un palo de alta tecnología que me costó dominar, y arropada tras de mí por las ilustres figuras del peligro, que a alguno le hubiera gustado empujarme para eliminar obstáculos del camino, logré el mortal pero magnífico descenso. Un grupo estimable ya se encontraba abajo disfrutando de los colores de los rayos de sol que caían en el impenetrable averno; todos reunidos y Rosi en cabeza, ascendimos como gatas montesas hasta el camino de regreso. Ya en el pueblo regulamos ph en los bares y la organización nos sorprendió con empanadas, vinos y cervezas que degustamos en un entorno excepcional. Pero el momento “Zen” termina en cuanto Miguel y el Tótem colocan mochilas a la espalda. Otro mirador para la terapia de choque, el Picón Felipe es un entramado de enormes piedras y balcones que se alza majestuoso en los Arribes del Duero y la presa de Aldeadávila; el extenso río descansa abrazado por verdes laderas, cuyo azul intenso contrasta con las mismas pintando un paisaje bucólico e impetuoso. Un verdadero placer para los sentidos que nos regala la tierra que habitamos, pero que destruimos con absoluta impunidad.

 FotosHora de comer: entre potajes, patatas de la abuela, embutidos, gallinas, carrilleras, rapes, vino peleón y cervezas frescas andaba el juego. Bety se vino arriba, pero le robé su momento de gloria bailaril que más abajo le devolveré. Con los estómagos repletos nos dirigimos a Pereña de la Rivera, ¿otra ruta? Juzguen ustedes, sabios lectores, ¿esto no es razón suficiente para ahogar a alguien? Bajando hacia el Pozo Airón, Tello se puso trascendental: ¿Y nos morimos y ya está? Preguntó; a veces la falta de oxigeno te juega malas pasadas. Llegamos a la cascada, similar a una gran cola de caballo, tras la misma algunos hicieron reportaje, mientras otras metimos los pies en la poza disfrutando del corte sanguíneo en los tobillos. Ascendimos sin prisa y con alguna pausa debido a pájaras peristálticas, que desencadenaron lecciones de reflexología podal y masajes transversales impartidas por Miguel (navarrico) que Marcos, Bety y yo escuchamos atentamente hasta la llegada al pueblo.

La aventura tocaba a su fin, nuestro último mirador fue el gran pantano de Tormes, donde Agustín me preguntó: ¿Qué tal te lo has pasado? Fatal, le contesté, no vuelvo con vosotros.

Yo no quería regresar, deseaba que el fin de semana se alargara, pero todo tiene un final. A veces la vida te regala momentos tan bonitos, que sabes que tarde o pronto concluyen, pero deseas atraparlos para siempre. Y en ello estoy, atrapando momentos, memorizando risas, grabando vuestra compañía, eliminando miedos, restaurando energías y buscando siempre ese equilibrio que a veces se desbarata. Caminar en compañía, ya sea literal o una metáfora, siempre borra los desajustes, te brinda de aprendizaje, conocimiento del otro, rompe fronteras, elimina sesgos, prejuicios y estereotipos, esos que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida por desconocimiento mutuo y que no te atreves a destruir. Por todo ello, ha sido un placer e intenso recuerdo caminar con vosotros que guardaré en mi memoria hasta que mi conciencia me lo permita.

“No somos sino peregrinos que, yendo por caminos distintos, trabajosamente se dirigen al encuentro de los unos con los otros” 
Antoine de Saint-Exupery.

Agradecimientos:

 Fotos- A todos los miembros del Club Teleno, organizadores, auxiliares y a Miguel (Te voy a dar una pastilla para el azogue).
- A todos los que ya conocía y a los que tuve la suerte de conocer. Y a todas aquellas personas que no tuve la oportunidad de conversar con ellas, pero ahí estaban.
- Y un agradecimiento especial a mi querida Bety, a quien robé su momento de gloria, pero ahora me voy a deshacer en elogios porque quiero, y porque Rubio me encargo la crónica y como no supe decir “No” pues ahora escribo lo que me da la gana.
- A mi bailarina preferida, porque con tu delicado cuerpo dibujas en el espacio belleza, con una técnica envidiable y esa sutileza que te caracteriza creas óleos de colores en el aire que te invitan a soñar. Porque fue una suerte encontrarte en aquellas viejas aulas de techos altos haciendo “plies” y “grand yetes” por los pasillos. Compañera de baile, escenarios, viajes y otros toreos, gracias por tu compañía serena, por hacerme reír y por quererme tanto.
- Muchas gracias a todos por compartir y hasta el próximo encuentro.

Para ver fotos de Vero aquí, fotos de Miguel aquí y video completo aquí.

Abeja-En-Cerezo-Primavera-2012En el calendario de actividades del 2017, tenemos fijado para el primer fin de semana de abril, nuestra segunda edición de la actividad lúdico-turistica-montañera.

En esta ocasión, hemos elegido Salamanca como provincia a visitar, encomendándonos a los astros para pillar en esa fecha la floración del Jerte (Cáceres) en todo su esplendor. En este viaje tendremos la oportunidad de visitar la Garganta de los Infiernos, cruzaremos por el Parque Natural de las Batuecas y alguna que otra sorpresa por el camino, terminaremos el día del sábado en la mítica e histórica localidad de Ciudad Rodrigo.

P.HUMOS, ENERO
La jornada del domingo la aprovecharemos para visitar la ciudad, y de regreso a casa cruzaremos de sur a norte por el Parque Natural de los Arribes del Duero, y como no, visita obligada a la cascada de los humos, que suponemos por la fecha esté en su máximo caudal.

Saludos,
CM Teleno.